Qué suerte tener una madre (o una abuela para los nietos que estáis aquí) que cuando piensas en ella te sale una sonrisa y se te llena de dulzura el corazón.
No soy capaz de recordar un solo momento en la parte de su vida que compartí, o llegué a conocer, e invito a todo el mundo que la conoce a que haga la misma reflexión, donde cualquiera de los defectos que nos visten de alguna manera a casi todos los demás, egoísmo o interés propio, soberbia, ira, vanidad, individualismo excesivo, pereza, autocomplacencia, queja o revancha, haya hecho el más mínimo intento de aflorar en su conducta por mucho que pudiera haber estado en parte excusado, porque su vida no ha sido precisamente de las que no tenían nada que superar.
Ama, persona de inteligencia descomunal como muchos la recordaréis, la ha utilizado para, como una paradoja,autolimitar aparentemente su proyección, al haber convertido todos y cada uno de los actos y pensamientos de su vida en la personificación de dos bondades, el amor y la generosidad. Y con ellas alcanzar sin más esfuerzo no otra cosa que la sabiduría, sobre la que todos andamos detrás y nos cuesta encontrar.
Que me disculpe el resto de la familia por tirar de anécdotas o recuerdos personales, pero seguro que sin mucho esfuerzo les sonará alguna similitud con las suyas propias.
De su etapa de niña y joven, recordamos que ama, del 36, empezó la vida como refugiada y eso te tiene seguro que imprimir un carácter que a los de las generaciones placenteras posteriores nos queda muy lejano, me quedaría con dos anécdotas, y que me gustaría compartir. El otro día en el hospital, charlando sobre si ella en algún momento tomó clases de piano con su madre, quien fue, amama Vitoria, la primera profesora del conservatorio de música de Bilbao, me confesó que amama era muy dura, en el sentido quise entender de la exigencia técnica, y en ese rol complicado de madre profesora, le exigía a ella un listón que a Maite Eder, como le gustaba que cualquiera fuera de su familia le llamara, le costaba alcanzar. Disgustada con la situación, al parecer ama, a escondidas, se matriculó en el propio conservatorio con otro profesor, para tratar de alcanzar un nivel digno de su madre y con esto, poder dejarle de defraudar.
La segunda indicación de su capacidad de amar y entregarse a los demás durante su juventud que ahora recuerdo, y que me apetece contaros a los que habéis venido a despedirle, vino de su respuesta a un planteamiento que tuvo que responder de mi padre, y que, perdóname aita, desde la perspectiva actual puede hasta considerarse injusto. Tras sacarse ama el título de proficiency de inglés con creo que fueron 19 años, en un momento de la inicial relación con mi padre, si no fue antes, ama le planteó que tenía la intención de irse a Inglaterra a probar un sueño de vida, y a cambio como respuesta se encontró con la dichosa alternativa; o Inglaterra o yo. Por nuestra presencia, la de la familia, aquí, cualquier relato añadido sobra para desvelar qué fue de la trama. Gracias aita por la encerrona, pero sobre todo gracias ama, por tu, otra vez, generosidad.
De su etapa como madre en los momentos de cuidado de sus hijos, recuerdo otras dos cosas. Que nada se le echó en faltacomo madre, y mientras en el tiempo que aquello fue un hogar feliz, nunca se le oyó la más mínima queja, y su disgusto momentáneo diario se limitaba a la exclamación de un puff, cada vez que coincidía su fin de tareas domésticas con su entrada en el salón para compartir un rato, el puffsurgiendo de que siempre llegaba al momento de los créditos de la película nocturna diaria, y se perdía el placer delencuentro familiar de turno. Y sobre esa risa generalizada y aparentemente trivial que su puff suscitaba en nosotros los demás, se sustentaba su gran aportación de entrega a la consolidación de su familia. Era el pegamento silente, la que nunca llamaba la atención, y quien por prestarse voluntariamente a ello, se convertía además en diana del desliz del que no tuviera su día.
De esa época me salta repentina a mi memoria la confesión, otra vez de mi padre, tras ya el inicio de la difícil etapa oscura de su mente, respecto a que a ama no la habíamos calibrado lo suficiente, y que su rol de guardián del rebaño habría sido cuando menos una limitación impropia para una persona de su potencial. Porque cuando ama se sintió parcialmente liberada de sus ocupaciones de guardadora, emprendió simultáneamente una vorágine de actividades impropia de una mente normal, por lo extraordinario del propósito. Estudió cuatro años de francés en uno, lo propio hizo con el latín, saltó al euskera para trirrepetir hazaña y al inicio de ese cuarto año de frenesí se matriculó en la primera promoción de Filología Vasca de Deusto, etapa que culminó con un expediente que sería obligatorio enmarcar, pero del que ella nunca hizo uso ni exhibición. Y esa mentecilla alocada, aunque hubiera también otros motivos, decir que simplemente entonces reventó.
Y muy a su estilo, algo diferente fue capaz de transmitir en su época más dura. Nada puede suscitar más admiración en una persona que el coraje con el que torpedeaba su lucha y tortura interna de dolor, ya que mientras sus hijos fueron durante un tiempo aquellos que no entendía por qué buscaban su desaparición, lejos de revolverse emocionalmente, mantuvo indestructible su amor hacia ellos. Hasta aquel instante nunca había podido comprender como temor y amor podían luchar en un sinsentido entrelazado. Y a todos os quiero públicamente decir, que en aquella época, nos sentimos amados por ella en la forma más profunda e intensaposible, y ella nos demostró que el amor es capaz de soportar las batallas más incruentas si lo alimenta un deseo natural, maternal y eterno. Y no hay locura que lo venza.
Y llegó por fin su ultima etapa, la del alumbramiento, aquella que para muchos de vosotros habrá pasado desapercibida, ya que principalmente su vida se había reducido a su familia y a los suyos. Nadie saldría de su hogar, entendido como la esfera de los suyos, si tuviera todo lo que necesita. Y a ella le bastó. Me queda un pequeño lamento por todos aquellos que interesados de alguna manera en ella o anclados en su etapa anterior no pudisteis vencer el imagino pudor de acercaros a preguntar por su estado. Habrías contemplado el significado de la palabra milagro.
Desde hace más de 7 años, su mente hizo un giro, filtró el pasado y regateo la etapa más dura de su vida, todo desde la asunción más cabal imaginable, solo existía el presente, toda su vida era ahora. Ha sido un verdadero regalo de la naturaleza, intuyo en atención a una mente privilegiada que sacrificó el perseguir el deslumbramiento del despunte, a cambio de la simpleza de la humildad, regalo del que obviamente nos hubiese gustado tener más. Porque la que daba era siempre ella. Durante un gran trecho de esta última etapa, la familia de mi hermana la mayor la integró en su hogar, y sólo ellos podrían dar fe de lo recibido de nuestra madre. Otra vez de pegamento silente, otra vez de sabiduría en silencio.
Su carácter y personalidad se tornaron de repente como ejemplo, a poco que uno estuviera atento e independientemente del tiempo que compartiera con ella. Sublimaba el arte de la retranca genial para poner fin a cualquier comentario ajeno y su pasión por el presente le inmunizaba frente a cualquier contratiempo, no desde el conformismo o la resignación, sino desde el básico instinto felino de por qué preocuparse, vete a saber esto que supondrá, si es que supone algo. Una antifilosofía que destruía cualquier paradigma, se puede ser lógico, vivir el presente y disfrutar de los placeres, todo a la vez, sentirse libre en una butaca sentada y viajar con la mente donde uno quisiera. Sin un solo nudo que desdoblar en su alma y sin el menor atisbo de angustia existencial, como ella solía decir, Iba a vivir para siempre. En un último traslado al hospital para una revisión de peroné, al entrar en la ambulancia e intentar calmarle por lo azaroso de la situación, nos miró a los ojos y nos espetó, Vosotros tranquilos que yo voy a imaginar que me llevan a Lanzarote. Y mirar a los suyos con un amor indescriptible y desinteresado, cada vez que uno se dejara caer, sin preguntar por nada, sin queja alguna por la tardanza desde la última visita, sólo mirarnos y con esa sonrisa suya y con los brazos abiertos exclamar ¡que ilusión me hace que me hayas venido a ver! Estabas un rato con ella, y salías dando vueltas a la cabeza. ¿Cómo es capaz de hacer que todo esto sea tan sencillo?
Se ha ido cuando estaba en su mejor momento, hazaña solo al alcance de los más grandes. Ama nos dejas una tarea complicada como legado que nos va a costar digerir, solo nos queda aspirar a ser unos competentes segundos. Sobre los últimos intensos veinte días que nos has regalado, nos los guardamos para siempre, dobladitos en el palco de nuestros corazones, para que nos traten de iluminar el resto de nuestra vida.
En nombre de toda tu familia, Gracias, gracias, gracias y gracias ama.
Nos vemos pronto, con un bitter kas en la mano.
Salud.
Ramón
Sopelana, 7 de Abril de 2022
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